Las Flores de San Valentín
Wes y yo no celebramos el día de San Valentín (tal vez un día cuando él se acuerda de la fecha 😂), pero siempre será un día especial en mis recuerdos de mi abuelo. Lo siguiente fue parte de una tarea para una clase de español. Quiero mejorar mi escritura en español, así que por favor perdonen mis errores y no duden en darme correcciones. Así es como se aprende.🤓
Desde niña yo ya sabía la grandeza de mi abuelo, Tomás Garza. A los tres años, le pregunté a mi mamá, “¿Si se muere Grandpa, todos nosotros también nos vamos a morir?” Aun en ese tiempo, no podía comprender la vida sin él.
Mi abuelo fue el cocinero principal de la familia, cuidador de todas las plantas y los árboles de fruta que rodeaban la casa, y lo más importante, el rey de las bromas. Nadie estaba a salvo de sus burlas, sin embargo había una sensación inquebrantable de amor y seguridad en su presencia. Más que nada, mi abuelo fue un hombre generoso. Nunca salí de su casa con las manos vacías. Siempre me mandaba con bolsas llenas de fruta de su jardín o empanadas de calabaza recién hechas. Y si pasaba un fin de semana en que no lo había visitado, aparecía en mi casa después del servicio de la iglesia, con fruta o una vid de tomates recién cortados de su jardín.
Mi abuelo fue un hombre muy fuerte y trabajador y le encantaba dar a los demás. Pienso que por eso fue tan difícil verlo en un estado tan debilitado, no solo físicamente pero también espiritualmente, durante sus últimos meses de vida.
Dos semanas antes de que falleciera, iba a ser el día de San Valentín. Mi abuelo casi ya no hablaba y era muy difícil para el levantarse de su cama, pues sus huesos se habían vuelto frágiles con segmentos de su columna fracturados. Él nos había preguntado si podíamos comprar flores y un regalo para mi abuela por su parte y le habíamos dicho que si.
Pero no pudo estar tranquilo con solo nuestra palabra. El día después, mi tía abuela y yo entramos al cuarto de mi abuelo y lo encontramos agachado en un rincón. No se como se levantó solo de la cama, pero estaba muy enfocado en algo. Resulta que estaba en busca de su cartera para darnos dinero para las flores de San Valentín. Como ya no la usaba, no la encontraba por ningun lado. Por fin, saque dinero de mi bolsa y le enseñe a mi abuelo. “Grandpa, aquí tengo para las flores. No te preocupes.” Entonces exhaló y se regresó a su cama. De las flores jamás volvimos a hablar hasta que se encontraron en las manos de mi abuela en el día que sería el último San Valentín con mi abuelo.